La perspectiva de la noria
¿Eres de los que se agobian con cada problema o los ves con cierta perspectiva? Esto me recuerda a una época de mi infancia en la que pasaba los veranos en un pueblo costero de Huelva con mi familia. Allí no conocía a casi nadie pues durante el invierno vivíamos en otra ciudad y cuando iba con mis padres y mi abuelo a pasar las vacaciones, los chicos del pueblo se reían de mí porque mi madre me vestía a la última moda de la capital y siempre desentonaba con la tradición del lugar y además, yo era más pequeño que ellos y todos me sacaban media cabeza.
Quizá te parezca una tontería todo esto que te estoy contando, pero por qué será que para cada uno, su problema es siempre el más importante del mundo y para mí, mi mayor problema en esa época era no tener con quien jugar, ni con quien compartir mis lugares secretos o mi colección de canicas.
Menos mal que tenía a mi abuelo. Siempre me he fijado mucho en él, pues ha sido un hombre de éxito en sus negocios y en su vida personal. Mi abuelo era un hombre muy ocupado, pero siempre tenía tiempo para mí y pasábamos juntos cada tarde charlando y paseando por la playa.
En este pueblecito, lo más emocionante que sucedía en todo el verano era la feria que se instalaba con motivo de las fiestas del Carmen. Entonces el pueblo se llenaba de bullicio y miles de luces de colores de las atracciones invadían el cielo y le pedían permiso a las estrellas para compartir protagonismo en el firmamento. Mi abuelo me llevaba todos los veranos a la feria, íbamos de la mano él y yo y a veces también nos acompañaban mis padres, pero ellos no me dejaban subirme a ninguna atracción, pues al ser hijo único tenían miedo de que pudiera pasarme algo.