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¡Quiero el divorcio!

– “Creo que me merezco después de tantos años de matrimonio feliz conocer la razón, me he matado a trabajar para que tú pudieras vivir como una reina y me debes una explicación lógica, así que adelante, dámela, la razón, di la razón:

– Te lo diré: cuando te veo comer, cuando te veo dormir, cuando te tengo delante,  me dan ganas de partirte la cara”  La guerra de los Rose

105.893 divorcios se produjeron en el 2014. Esto se traduce en 211.786 hombres y mujeres que, o bien han dicho estas palabras, o bien las han escuchado de sus parejas.

Antes de entrar al lío, nunca mejor dicho, os diré que hoy es un día especial para mí. Un día como hoy hace 21 años empecé a salir con el que hoy es mi marido. Por el momento no nos ha dado por pronunciar estas palabras, aunque os confieso que en algún momento de crisis se me han pasado por la cabeza y seguro que a mi marido también, aunque él lo niega 😉

Lo importante es que los conflictos se resuelvan antes de que la relación se  deteriore demasiado y derive irremediablemente en una ruptura de la pareja. Por supuesto, si son conflictos resolubles. Si son irresolubles (por poner algunos ejemplos que uno quiera tener hijos y el otro no; que uno quiera exclusividad sexual y el otro no) lo mejor es cortar cuanto antes, para no tener que hacer reproches en un futuro y para que no empiece la guerra sucia.

Os he puesto como encabezado una frase de la película “La guerra de los Rose” con total intención, imagino que sabéis cómo termina la película. Seamos valientes para dejar la relación antes de cruzar esa línea que una vez sobrepasada lleva al enfrentamiento más encarnizado con el único objetivo de machacar al otro, aunque sea llevándose por delante también a los hijos en común .

El tema es candente, doloroso y la mayoría de las veces muy conflictivo porque dejamos que pase el tiempo creyendo que los problemas se resuelven solos y los problemas crecen como una bola de nieve, así como la frustración y la rabia.

Los próximos artículos de este blog van a estar dedicados al divorcio. En éste trataré el divorcio desde el punto de vista de los protagonistas, la  pareja que se rompe; en el segundo desde el punto de vista de los hijos  y en el tercero le cederé mi espacio a María Quero, psicóloga y experta en mediación familiar que nos explicará en qué consiste su trabajo, una de las fórmulas de éxito para que los divorcios sean lo menos conflictivos posibles y se resuelvan entre las partes afectadas y no en los tribunales. Esto es beneficioso sobre todo cuando hay hijos de por medio, que son los que suelen pagar los platos rotos de sus progenitores y pueden quedar marcados de por vida.

Aunque no he experimentado el inmenso dolor que supone un divorcio, puedo hacerme a la idea por haber sufrido en mis carnes otra desagradable experiencia de “desamor” cuyos síntomas y procesos son muy similares a los de un divorcio:  un despido inesperado en el año 2008  por una reestructuración de departamento en plena crisis.  Fases que siguen a una ruptura:

1.- Incredulidad, estupefacción y negación de la realidad.– Esto no me puede estar pasando a mí, estoy viviendo una pesadilla.

2.- Rabia, frustración, rencor y deseos de venganza.– Tanto esfuerzo invertido en esta relación ¿para qué?

3.- Profunda tristeza, ganas de llorar incontrolables, bajón generalizado,  impotencia, incertidumbre ante el futuro. – ¿ Qué será de mí?

4.- Resignación.- La vida es así, con acontecimientos buenos y acontecimientos malos.  De todo puedes sacar una lección para tus próximas etapas de la vida; lo que no te mata, te hace más fuerte, porque una vez que te ha pasado algo horrible, sabes que puedes salir de ello victorioso y dejas de tener tanto miedo.

5.- Volver a ilusionarse con la vida, aunque siempre queda esa cicatriz que nos sirve para recordar lo que nos hizo daño.

También es verdad que en una ruptura no pasa por las mismas experiencias el que rompe la relación y el que es abandonado (permitidme que a partir de ahora utilice el genérico masculino. A no ser que indique lo contrario, lo que digo sirve para ambos sexos).

El que rompe la relación, aunque también lo está pasando mal por ver sufrir a la que ha sido su pareja y temer las posibles represalias por el rencor que se genera, ya tiene un mundo abierto frente a sí, se siente libre como si se hubiera quitado un peso de encima y ya ha planeado su próxima etapa de la vida ( solo o con otra persona que ha conocido en una relación paralela).

El que es abandonado ve su mundo interno destruido por un tsunami, el mundo que había formado con su pareja se desmorona, afloran la rabia, el rencor, el odio, los deseos de venganza, la autoestima cae en picado, la persona está desolada, sin rumbo, sin ganas de vivir, sin ilusión, no se puede concentrar, no ve un futuro, su vida ya no tiene sentido.

El duelo ” normal” dura entre 6 meses y 2 años. Si pasado este tiempo el duelo no se ha resuelto, hay que pedir ayuda profesional urgentemente, pues el duelo se habría convertido en patológico ( las heridas no han cicatrizado sino que siguen abiertas y sangrantes).

Es bueno que la persona a la que han abandonado contacte en el momento de la ruptura con un psicólogo que le ayude a sobrellevarlo, para que el duelo sea constructivo (reforzar la autoestima que en estos momentos está por los suelos, el que te abandonen no significa que no valgas nada y no seas digno de amor por otras personas; enseñar a los padres a comunicarse con los hijos en este delicado momento; enseñar técnicas cognitivas para frenar los pensamientos negativos, así como técnicas de relajación; reflexionar sobre qué tipo de relación tenía y por qué no ha funcionado, ayudando así  a elegir parejas más armoniosas en el futuro; cambio de hábitos o creencias irracionales que han podido influir negativamente en la relación; etc.) y no destructivo (caer en adicciones, conductas autodestructivas, frustración que paga con los hijos,  intentos de suicidio, violencia verbal o física  hacia el “ex”, absentismo laboral que puede llevar a perder el empleo, etc. )

¿ POR QUÉ ES UN PROCESO TAN CONFLICTIVO?

FOTO: Marlcom/FreeDigitalPhotos.net

Desgraciadamente, en la mayoría de las ocasiones el divorcio se plantea cuando la relación está muy deteriorada, el vaso se ha desbordado. A veces es un divorcio que  se ve venir, por la mala relación entre los cónyuges y ahí puede tener algo de liberación;  sin embargo, otras es un divorcio inesperado, cuando el que rompe la relación se ha tragado todo el veneno de forma silenciosa y ahora necesita escupirlo porque ya ha superado el umbral de dolor que soportaba (o puede ser también por la aparición de una tercera persona en escena que precipita la decisión), sin embargo, el otro sigue enamorado de su pareja.

Cuando alguno de los miembros de la pareja pronuncia estas palabras,  suele ser porque es una decisión muy meditada y no hay marcha atrás.

Aunque se suele decir que el divorcio es muchas veces  de común acuerdo, en realidad suele ser tan doloroso porque la mayoría de las veces la decisión es unilateral, no bilateral ( incluso aunque la relación sea destructiva, hay personas que se agarran a un clavo ardiendo); uno quiere romper la relación y el otro quiere continuar en ella y no se lo pone nada fácil al “ex”, lucha con uñas y dientes por conservar lo que es “suyo”. No admite que lo ha perdido y que ya no lo puede recuperar,  se enfada, y mucho…

¿ POR QUÉ PASAMOS DEL AMOR AL ODIO?

El amor y el odio están estrechamente ligados en el cerebro, se podría decir que son dos caras de la misma moneda. En psicología se llama la hipótesis de la frustración-agresión. Cuando una recompensa está en peligro (la pareja) la corteza prefrontal envía señales a la amígdala y se desencadena la furia/ira/rabia.

Si no podemos desencadenar la ira hacia la recompensa (la pareja), lo trasladamos hacia lo que tengamos más a mano ( los hijos, amigos, compañeros, un objeto que tenemos cerca,  etc. ) .

John Bowlby, psicólogo famoso por sus estudios del apego infantil defendía que la ira que acompaña la pérdida de un ser amado es parte del diseño biológico para recuperar el objeto perdido. Pensad en cuando habéis dejado por primera vez a vuestro hijo en la guardería o en el colegio; cuánto llora, cuánto grita, cuánto patalea para obtener de nuevo la recompensa que está desapareciendo (la presencia de su papi o su mami).

Para terminar,  unas palabras a las personas que están pasando o acaban de pasar por este doloroso trance. Por favor, mira a tu alrededor, ¿Cuántas personas divorciadas ESTABAN hechas polvo, literalmente eran una piltrafa y hoy en día han rehecho su vida y están la mar de contentas? ¿Te das cuenta que el tiempo hace que las heridas vayan cicatrizando? ¿Te das cuenta que cuando cierras una etapa se abre otra etapa de ilusión y esperanza? Todo pasa, nada permanece; aunque hoy te sea imposible creer estas palabras, las creerás con el tiempo.

Ten un poco de paciencia, el periodo de duelo es normal. Pide ayuda psicológica si ves que no puedes tu sol@ con ello y, por supuesto, acude a mediación familiar, en el que un profesional neutral velará para una negociación win-win 😉