Hace 40 años hablar de voluntariado femenino en mi país de origen, Chile, hacía pensar en esos colectivos de mujeres vestidas de rojo, de azul o de blanco que desfilaban junto al resto de las fuerzas armadas el día de la patria ante la mirada del dictador Augusto Pinochet.
Tal vez Pinochet se inspiró en la Sección Femenina de la Falange, el general chileno era un ardiente admirador del caudillo. Las “damas de la dictadura” chilena no desfilaban al paso de ganso y tampoco llevaban armas ni se cuadraban ante el que fue durante un cuarto de siglo comandante en jefe del Ejército chileno.
También en la antigua Unión Soviética y en sus aliados países del Este, existían esos colectivos de mujeres que, como si fuesen cuerpos especializados del ejército, desfilaban junto a tanques y morteros. Es más, creo que en Cuba siguen existiendo, lo mismo que en China y Corea…
Las dictaduras, sean del color que sean, han sabido también otorgar a las mujeres una función acorde con sus objetivos y han sido millones las que han aceptado servir de imagen de marca uniformada para regímenes totalitarios. Prueba contundente de que entre las mujeres, como los hombres, hay de todo: incautas, ignorantes, ladronas, asesinas, estafadoras, genios y…voluntarias.
Perdónenme, porque con tanto ejemplo casi me voy a la antigua Grecia, cuando de lo que de verdad quería hablarles era del voluntariado de hoy en día, en una sociedad democrática como la española.
Tal vez porque yo tengo en mente a las voluntarias con cofia y uniforme, me han llamado tanto la atención las últimas cifras sobre el trabajo voluntario en España y en Galicia. En primer lugar es llamativo que sean mayoritariamente las mujeres las que realizan tareas de voluntariado en España, hablamos de casi 7 de cada 10.
En segundo lugar, que el perfil de esta mujer no corresponde en absoluto con el que por nuestra herencia social y cultural pudiese pensarse: mayores y sin profesión. Al contrario, las voluntarias de hoy son mujeres con estudios superiores y de edades jóvenes, entre los 25 y los 35 años.
Y, en tercer lugar, también me ha sorprendido que entre los jóvenes universitarios el voluntariado está en alza y -aquí también- las mujeres encabezan la estadística: 7 de cada 10 voluntarios de las universidades españolas son chicas.
Imagino que habrá múltiples razones para explicar por qué las mujeres son mayoritarias a la hora de trabajar de forma altruista para los demás. Teorías sobre el peso de la emotividad en nuestros cerebros, la determinante histórica de haber asumido las tareas de cuidados o simplemente que los hombres son menos dados a trabajar gratis. Lo cierto y lamentable es que cuando vamos a ver las estadísticas de las ONG comprobamos que el 70% del personal es femenino. Y sin embargo el 70% de estas organizaciones está presidida por un varón.
¡Ay, maldito techo de cristal!