Lección de felicidad: los pájaros en la jaula
Cuando era pequeña a mi hermana y a mí nos regalaron una pareja de pájaros muy bonita, de una raza conocida con el nombre de diamante mandarín, proveniente de las lejanas tierras de Australia. Nuestros pájaros nos cautivaron de inmediato con sus bonitos colores, su hermoso canto y sus alegres juegos, así que cuidarlos se convirtió en nuestro pasatiempo favorito. Compramos una amplia jaula, donde tenían suficiente espacio para vivir y jugar y leímos varios libros sobre su especie, para informarnos de su modo de vida. Algunas tardes nos entreteníamos contemplando su balanceo en el columpio y les aplaudíamos cuando aprendían un salto nuevo. Colocamos la jaula en el lugar más luminoso del salón, cerca de un gran ventanal que comunicaba con el jardín.
Amparo Senra
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