12 claves para mejorar tu comunicación
Nuestro estado de ánimo se hace patente a través de nuestro lenguaje corporal y gestual: cuando dudamos de algo levantamos una ceja; cruzamos los brazos para aislarnos o protegernos; levantamos los hombros como expresión de indiferencia; tamborileamos con los dedos o con un pie, por impaciencia; nos golpeamos la frente ante un olvido; al sentirnos perplejos, nos rascamos la nariz; nos mecemos cuando sentimos angustia u oscilamos hacia adelante y hacia atrás sobre los pies cuando nos encontramos en una situación de conflicto.
Conocemos como Lenguaje Corporal a aquel componente no verbal de la comunicación encargado de proporcionarnos información sobre el carácter, emociones y reacciones de nuestro interlocutor a través del análisis de sus gestos y postura corporal.
¿La comunicación no verbal se hereda o se aprende?
Darwin fue el primero en considerar que las expresiones faciales de emoción eran semejantes en todos los humanos, independientemente de su entorno cultural. El cerebro humano está programado para dar la orden a los músculos para levantar las comisuras de la boca cuando se siente feliz y volverlas hacia abajo cuando se halla descontento; según la sensación o la emoción, nuestro cerebro dará la orden de fruncir el ceño, levantar las cejas o iniciar una mueca con la boca. Investigaciones posteriores lograron demostrar que, efectivamente, heredamos ciertos elementos muy básicos de lenguaje corporal que nos permiten informar a otro ser humano sobre nuestras sensaciones de odio, miedo, desagrado, alegria o tristeza sin haber aprendido nunca cómo hacerlo. Al margen de esto, a lo largo de nuestra infancia debemos también aprender muchos gestos que tienen cierto significado en nuestra cultura y que quizá signifiquen algo totalmente distinto en otra.
A diferencia de los signos verbales, que como decimos dependen del entorno cultural, los sonidos surgen de forma espontánea y significan lo mismo en todas las culturas: el grito, el sollozo, la risa, el gruñido, el gemido y el llanto transmiten mensajes inequívocos.
El saludo
Cuando establecemos comunicación con un interlocutor, el saludo es siempre el punto de partida. Dado que es nuestra primera señal de contacto, es importante ser consciente de cómo se encuentra nuestro cuerpo, siendo conveniente mantener una actitud corporal de apertura, sin encorvarnos ni encogernos.
Sé el primero en ofrecer contacto visual, con una mirada directa a los ojos y también el primero en sonreír. Así se gana la atención de su interlocutor.
El saludo verbal es el siguiente paso, que debe corresponder a la formalidad de la situación; finalizaremos el primer acercamiento presentándonos sin olvidar la utilidad de sincronizarnos con el lenguaje corporal del interlocutor, que es el último paso para establecer una conexión.
Una vez que se ha roto el hielo y estamos interaccionando con nuestro interlocutor, hay una serie de recomendaciones sobre lo que expresa nuestro cuerpo que pueden ser de gran utilidad para mejorar nuestra comunicación.
– Evita parpadear constantemente, puesto que ello denota vacilación e inseguridad.
–Procura que tu mirada sea directa y establece contacto visual con tus interlocutores, lo cual revelará sinceridad y decisión.
–No te muerdas los labios ni te los humedezcas con la lengua pues son señales de timidez, inseguridad, titubeo e indecisión.
– Mantén la boca siempre cerrada y ambos labios unidos mientras escuchas a tu interlocutor: esto muestra calma y seguridad en tí mismo. La boca abierta y la mandíbula caída sugieren nerviosismo, prisa, asombro y sorpresa.
–Mantén siempre una postura apropiada y evita los movimientos constantes, ya que estos denotan intranquilidad, nerviosismo, temor y falta de control.
–Manténte atento pero impasible mientras otros te hablan. Evita hacer movimientos con su cuerpo ante una frase que le provoque sorpresa o con la que no estás de acuerdo. Haz saber tu opinión en el momento oportuno, no antes.
–Controla el movimiento de tus manos y manténlas visibles.
–Tu voz debe tener un tono moderado, sin titubeos. Una voz vacilante transmite inseguridad y timidez y generalmente revela que la persona no domina la materia de la que se está hablando, o que sus ideas no son ni firmes ni concretas.
–Mantén siempre el control de tí mismo y de tus reacciones, aunque se vea involucrado en una discusión acalorada.
-Si deseas ganarte la confianza de un auditorio, no te sientes detrás de un escritorio ni te sitúes tras un atril; intenta integrarte. Por supuesto, adecúa su vestimenta a las características sociales y económicas del entorno.
– Trata de no cruzar los brazos al frente pues es una actitud de defensa o de rechazo.
– No cubras tu boca con las manos mientras hablas puesto que eso denota que, o no estás diciendo la verdad, o que te falta seguridad.
Por último: trata de mantener una postura relajada.
Una toma de conciencia del lenguaje corporal es a menudo la llave de las relaciones personales y puede ser el secreto que nos permita anticiparnos a los pensamientos de otros. Si nos hacemos conscientes de nuestro lenguaje corporal cruzaremos muchas barreras defensivas y, sin lugar a duda, estableceremos mejores relaciones.
Paloma Hornos
Técnico Superior en Naturopatia y Terapias complementarias, miembro de la Asociación Profesional Española de Naturopatía y Bioterapia; Terapeuta de Reiki y de Técnicas Energéticas, miembro de la Asociación Nacional de Terapeutas en Técnicas de Libertad Emocional; miembro profesional y Asesora Técnica de la Asociacion Española de Superdotacion y Altas Capacidades; formadora de Expresión Corporal y movimiento consciente.
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